Hace unos días, una colega me compartió su preocupación por el fenómeno que estaba observando en las sesiones de Zoom que ella organizaba. Me comentó que había notado que cada vez menos estudiantes asistía a las sesiones a las que voluntariamente se habían inscrito.
Intrigado por su comentario, decidí averiguar si esto se repetía en otros Centros de Estudios. Comprobé que se trata de un fenómeno más común de lo que pensé. El concepto de la «Fatiga de Zoom» fue popularizado por la revista Wired en abril de 2020, cuando la pandemia estaba en pleno apogeo y la mayoría de las personas comenzaban a trabajar y estudiar desde casa. Desde entonces, ha sido ampliamente discutido en la comunidad de trabajo y educación en línea.
¿Cuál es su origen?
Hay varias razones por las que las reuniones con Zoom pueden ser más cansadoras que las reuniones presenciales. En primer lugar, las reuniones virtuales requieren un mayor esfuerzo mental para mantener la atención y procesar la información. En la reunión presencial, nuestra atención es atraída por los estímulos visuales y auditivos que ocurren naturalmente en el entorno, como los movimientos y gestos de las personas, el sonido de la voz y otros ruidos ambientales. Cuando se trata de la reunión virtual, sin embargo, nuestra atención se concentra en una pantalla y en el sonido de las voces, lo que puede ser más agotador mentalmente.
Durante una reunión en persona, los participantes pueden mirar alrededor de la sala, cambiar de posición y mirar a diferentes personas mientras hablan o escuchan. En cambio, durante una reunión en Zoom, los participantes están obligados a mirar a la pantalla y fijar su mirada en la cara de la otra persona durante largos periodos de tiempo.
Esto puede resultar en una sobrecarga sensorial y cansancio ocular.
Sus síntomas
Los síntomas más reconocibles de la “fatiga Zoom” son:
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Dificultad para concentrarse.
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Agotamiento físico.
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Ansiedad al entrar a una llamada o durante la misma.
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Irritabilidad.
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Dolor de cabeza .
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Cansancio ocular.
Según el estudio elaborado por el laboratorio de interacción humana de la Universidad de Stanford, comunicarse a través de videoconferencia requiere más esfuerzo que una llamada telefónica, ya que se habla a un volumen más alto y se exagera el lenguaje no verbal para suplir la falta de cercanía física. Además, interpretar las señales del otro es más complicado, lo que genera un esfuerzo extra para descifrarlas. La videoconferencia también es menos natural, ya que no permite caminar a la vez como en una conversación en persona. Sin embargo, la videoconferencia tiene ventajas, como la capacidad de reunir a equipos globales más fácilmente y reducir las emisiones de carbono. La fatiga de Zoom se analiza por primera vez desde una perspectiva psicológica en un artículo publicado en una revista de la Asociación Americana de Psicología, y se sugieren medidas para reducirla, como usar un teclado externo, reducir el tamaño de la ventana de Zoom y moverse un poco por la estancia.
¿Cómo evitarlo?
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Aquí hay algunos consejos para hacer que los seminarios web sean más interesantes: Cree una animación o simulación para realizar seminarios web atractivos. Los gráficos y otras ayudas esquemáticas pueden ayudarlo considerablemente en la explicación de ideas complejas.
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Prepare un guion a seguir durante su seminario web. Esto lo ayudará a recordar todos los puntos clave que necesita cubrir y lo mantendrá informado sobre el tema, además de facilitar el seguimiento del tiempo.
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Hágales saber a los asistentes lo que se espera de ellos. Es más probable que los asistentes interactúen si usted les deja saber por adelantado lo que les pedirá que hagan.
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Plantee preguntas y realice encuestas para involucrar a los asistentes.
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Mantenga el seminario web corto, pero no demasiado corto. El promedio de un seminario web toma entre 30 y 45 minutos. Después de una hora la gente pierde la atención y en menos de 30 minutos es difícil transmitir un mensaje y responder a las preguntas.
Cuéntanos, ¿has experimentado este fenómeno directamente o lo has presenciado en tus convocatorias? ¿Cómo has logrado evitarlo?
Escríbenos en los comentarios. ¡Te leemos!